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Aquello que buscas está arriba de la nariz, en medio de las cejas.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Con carga por Lina S. Silva

Siempre cargaba un libro en su bolso. Así la conocí. Era alta, tenía porte por naturaleza, parecía normal. Divertida, pensé. Todas sus historias hablaban del amor en su cúlmen. Yo alcancé a pensar que mutaba los finales de sus cuentos para soprender como interlocutora. Nunca le creí. A veces la advertía mirando las estrellas, con lo poco que sabía de astronomía convocaba a todos los astros de la noche. "También están ahí en el día. ¿Muy bello, no?", bella ella. Nos sorprendía una estrella fugaz, ella pensaba en sus intereses creados mientras mis labios se imaginaban en su deseo.
Lo único que le importaba era ella misma, ella y sus notas de bitácora perdida. En alguna ocasión creí vislumbrar un trozo de nostalgia en sus ojos, entonces me pedía que me voltiara y que contara un chiste.

Nunca la adiviné.

No tuve tiempo de invitarla a bailar, justo cuando creía empezar a comprenderla se fue como llegó. Un primero de mayo en un bus desconocido, siempre buscando rutas nuevas. Lo último lo dijo de una forma hiriente pero amorosa, una mañana de resaca y lluvia, de esos días en que ellase quejaría de la alergia. No había paraguas, aún le ofrecí mi saco y mi mano, tomó lo segundo. Corría y ella caminaba, la besé mientras la empujaba. No sé si se refería al beso o al aliento de velocidad "No tengo prisa ¿y usted?".

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