Ese joven alto, limpio y delgado
es difícil imaginar,
¡Si! Alguna vez estuvo enamorado.
En un torpe instante paso a rozar
con delicadeza la tinta en el papel.
Cansado de ver sus versos perecer,
su mirada al piso volvió a posar.
Su maletín carga mil pesares,
hoy su día carece de afecto.
Se ve tan bien aquel hombre imperfecto
¿Poeta? ¡No! Ya no tiene esos andares.
Desde el cielo infinito lo contemplo,
mas su mente plana no se eleva a mí.
Su boca ha perdido la idea de frenesí
con hilos de razón vuelve a su aposento.
¡Que mire arriba!
¡Que aquí estoy yo!
A quien en noches de locura
a muchos regaló.
Que me sigo prestando
para lo que sea,
si al surgir sus lágrimas vea
un reflejo mío en ellas rondando.
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